Blog de Arinda

OBJETIVO :En este Blog vas a encontrar mis producciones en pintura y escultura. Además, material recopilado a través de mi trabajo como maestra, directora e inspectora, que puede ser de interés para docentes y estudiantes magisteriales .

domingo, 3 de agosto de 2025

3 DE AGOSTO DE 1811 NACÍA ELISHA GRAVES OTIS

 



Elisha Graves Otis nació el 3 de agosto de 1811 en Halifax, Vermont, Estados Unidos.

Fue el fundador de la empresa Otis Elevator Company. Fue un inventor estadounidense conocido principalmente por su invención del freno de seguridad para ascensores. Su invento revolucionó el diseño y la construcción de edificios de gran altura, permitiendo el desarrollo de rascacielos y transformando la arquitectura urbana moderna.

Elisha fue el cuarto de siete hijos en una familia de agricultores. Su padre, Stephen Otis, era un granjero y su madre, Nancy Graves Otis, cuidaba del hogar.

La familia vivió en condiciones modestas y Elisha recibió solo una educación básica.

Desde joven, Otis mostró habilidades mecánicas y un interés por la ingeniería. Trabajó en diversos oficios, incluyendo como carpintero y fabricante de muebles.

Durante su juventud, adquirió conocimientos prácticos que más tarde serían fundamentales en su carrera como inventor.

En la década de 1830, Otis comenzó a trabajar en la fabricación de ascensores.

Elisha Graves Otis se casó con Elizabeth Ellsworth en 1836, y juntos tuvieron dos hijos, Charles y Susan.

En 1851, mientras trabajaba como maestro mecánico para una empresa dedicada a la construcción de somieres para camas, observó que se debían elevar grandes piezas mecánicas con ayuda de polipastos.

En 1852, fundó su propia empresa en Yonkers, Nueva York. En ese momento, los ascensores eran dispositivos peligrosos y poco confiables, ya que no contaban con mecanismos de seguridad adecuados.

En 1852 ideó un dispositivo de seguridad que aseguraba la integridad de las piezas en caso de rotura de las cuerdas. A lo largo de la pared del hueco del elevador discurría una barra vertical dentada. En la parte superior de la cabina se sujeta un muelle de banda que, en caso de rotura de la cuerda, salta y clava sus extremos en la rueda dentada, deteniendo su caída.

Con su empresa la Otis Steam Elevator Company en Nueva York y montó el primer montacargas en un pequeño edificio en Yonkers el 20 de septiembre de 1853.

Primera demostración pública del ascensor (Nueva York, 1853)


Los contratos fueron escasos hasta que decidió hacer una demostración pública de su sistema de seguridad en el Palacio de Cristal neoyorquino, levantando a una gran distancia una plataforma y ordenando que cortaran la cadena que lo izaba. El éxito fue sonado.

En 1853, Otis presentó su freno de seguridad para ascensores en la Feria Mundial de Nueva York. Su invento consistía en un sistema de frenos que se activaba automáticamente si el cable del ascensor se rompía, evitando que la cabina se precipitara al suelo. Esta invención no solo mejoró la seguridad de los ascensores, sino que también permitió la construcción de edificios más altos y grandes.

La demostración pública del freno de seguridad de Otis tuvo lugar en 1854 en la tienda de venta de muebles de la empresa de Otis. Otis subió a un ascensor en un escenario y, en un acto sorprendente, cortó el cable que sostenía el ascensor.

El mecanismo de freno se activó automáticamente, deteniendo el descenso de la cabina y demostrando la efectividad del invento. Esta demostración fue un gran éxito y atrajo la atención de arquitectos e ingenieros.

Después de la exitosa demostración, Otis continuó desarrollando y perfeccionando su freno de seguridad. Su empresa creció rápidamente, y los ascensores equipados con su sistema de freno se instalaron en edificios de todo el país

Patente de Otis

En 1857, Otis recibió una patente por su invento, y su empresa se convirtió en la principal proveedora de ascensores en los Estados Unidos.

Almacenes E.V. Haughwout

En el año 1857, instaló el primer ascensor de pasajeros en los grandes almacenes E.V. Haughwout, de 5 pisos, en Nueva York, que funcionaba con una máquina de vapor.

La invención de Otis tuvo un impacto profundo en la arquitectura y la construcción.

El freno de seguridad permitió la construcción de rascacielos, ya que los arquitectos y constructores ahora podían diseñar edificios más altos con la seguridad de que los ascensores serían confiables.

Esto facilitó el crecimiento de las ciudades y el desarrollo de nuevas áreas urbanas.

Otis era conocido por su dedicación al trabajo y por su carácter íntegro. Sin embargo, en los últimos años de su vida, enfrentó problemas de salud.

Elisha Graves Otis murió el 8 de abril de 1861 a la edad de 49 años, en Yonkers, Nueva York.

Después de la muerte de Elisha en 1861, sus hijos, Charles y Norton, continuaron su actividad en la empresa Otis Brothers & Co.

A pesar de su prematura muerte, su legado perdura a través de su invento, que sigue siendo fundamental en la industria de la construcción.

 

HOMENAJES

No se encontraron referencias específicas en las fuentes consultadas sobre homenajes post mortem concretos dedicados a Elisha Graves Otis, como monumentos, museos o conmemoraciones oficiales para mantener vivo su recuerdo.

 Sin embargo, se sabe que su legado perdura principalmente a través de la gran influencia que tuvo su invento en la movilidad vertical y la arquitectura moderna, y mediante la empresa que fundó, Otis Elevator Company, que es un nombre emblemático mundialmente reconocido asociado a su invento y a la historia del ascensor seguro.

Es común que figuras históricas de esta importancia en la ingeniería y la industria sean reconocidas en museos de ciencias, en la historia de la ingeniería, y por la empresa que perpetúa su legado, aunque no se encontró un homenaje público o monumento destacado específicamente dedicado a Otis en las fuentes revisadas. 

 

LEGADO

El legado de Elisha Graves Otis que perdura hasta hoy es la invención del dispositivo de seguridad para elevadores, concretamente un freno automático que evita la caída del ascensor en caso de rotura del cable de suspensión. 

Este mecanismo revolucionó la movilidad vertical al hacer los ascensores seguros, lo cual posibilitó la construcción de edificios mucho más altos y transformó la arquitectura, la economía urbana y la vida moderna. 

Su invento permitió el desarrollo de los rascacielos y cambió radicalmente el crecimiento de las ciudades, haciendo posible la evolución de las urbes modernas como Nueva York y Chicago.

Elisha Otis presentó su invento en 1854 en la Feria Internacional de Nueva York, donde demostró públicamente la efectividad del freno de seguridad al cortar la cuerda que sostenía un ascensor en el que él mismo estaba subido, deteniendo la caída a pocos centímetros sin causar daños ni accidentes. 

Esto aumentó la confianza pública en los ascensores y fomentó su aceptación y uso masivo.

 Además, Otis fundó en 1853 la empresa Otis Elevator Company, que se convirtió en la compañía de ascensores más grande del mundo y continúa siendo sinónimo de innovación y seguridad en este sector hasta la actualidad, casi 170 años después. 

Su legado tecnológico y empresarial ha sido clave para la movilidad urbana y la expansión vertical de las ciudades

FUENTES

https://es.wikipedia.org/wiki/Elisha_Graves_Otis

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/otis_elisha.htm

https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1861/Elisha%20Otis


3 DE AGOSTO DE 1492 CRISTOBAL COLÓN PARTÍA DEL PUERTO DE PALOS

NAVEGANDO HACIA LO DESCONOCIDO PERO IMAGINADO

Puerto de Palos, pintura realizada por Evaristo Dominguez, se encuentra en el Ayuntamiento de Palos de la Frontera

El 3 de agosto de 1492, la expedición comandada por Cristóbal Colón, parte del Puerto de Palos de Moguer (hoy Huelva),  con tres naves armadas por los reyes católicos con el fin de encontrar una ruta a Las Indias. Las embarcaciones eran una nao, la Santa María, de 150 a 200 toneles, cuyo capitán era Cristóbal Colón, y el dueño y maestre Juan de la Cosa; La Pinta, carabela de 105 a 115 toneles, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, y una segunda carabela, La Niña, dirigida por Vicente Yánez Pinzón. La tripulación estaba formada por unos 90 hombres en total y víveres para tres meses de navegación. El 2 de agosto de 1492 Cristóbal Colón mandó embarcar a toda su gente, y al día siguiente, antes de salir el sol, zarparon del Puerto de Palos. Este primer viaje de Colón culminó con el descubrimiento de una pequeña isla llamada por los indígenas Guanahaní, a la que Colón denominó San Salvador, el 12 de octubre de 1492. La isla donde desembarcó Cristóbal Colón pertenecía al territorio que más tarde se conocería como América.

 CRONOLOGÍA DE CRISTOBAL COLÓN



1451    Nace en Génova.
1469    Viaje por el Mediterráneo.
1476    Se establece en Portugal como agente comercial y realiza diversos viajes.
1477    Boda en Lisboa con Felipa Moniz.
1482    Propone a la corte portuguesa llegar a las Indias atravesando el Atlántico. Su plan es rechazado.
1485    Se traslada a vivir a España.
1486    Es recibido por los Reyes Católicos.
1491    Los Reyes Católicos se avienen a su proyecto.
1492    Zarpa del puerto de Palos. El 12 de octubre llega a las Bahamas, y más tarde a Cuba y Santo Domingo.
1493    Segundo viaje y fundación de La Española.
1498    Tercer viaje, partiendo de Sanlúcar de Barrameda, con seis carabelas. Descubre Trinidad y llega a tierra firme.
1500    Apresado en Santo Domingo por Bobadilla, es devuelto a España.
1502-1504    Cuarto y último viaje.
1506    Muere en Valladolid.  

 
 Para saber más haz clic aquí

12 DE OCTUBRE CRISTOBAL COLÓN DESEMBARCA EN AMÉRICA

http://arindabo.blogspot.com/2014/08/cristobal-colon-para-ninos.html

FUENTES
http://www.historyenespanol.com/
http://www.biografiasyvidas.com

El 3 DE AGOSTO DE 1910 NACÍA AMALIA NIETO

UNA  ARTISTA  PLÁSTICA  URUGUAYA


Amalia Nieto


Felisberto Hernández y Amalia Nieto, algo más que una relación epistolar

María Amalia Nieto Perichón nace en Montevideo el 3 de agosto de 1910. 

Fue una pintora, pintora, grabadora y escultora uruguaya de larga trayectoria, integrante de la Asociación de Arte Constructivo liderada por  Joaquín Torres García y creadora de un estilo propio que la destaca en el arte uruguayo del siglo XX.

Su padre fue el Dr Manuel Benito Nieto, destacado médico, pionero en cirugía cardíaca y por entonces Director del Hospital Maciel. Su madre, también uruguaya, fue Angela Perichón. Amalia Nieto es la segunda de tres hermanos; María Dolores que se dedicará al magisterio y Jorge a la pintura, con lucida trayectoria.

Desde muy pequeña Amalia Nieto manifiesta su gusto por la plástica, siendo muy apoyada por su familia.

En el año 1925 pinta los óleos "La estación de tranvías de Pocitos" y paisajes de Colonia Suiza. 

 Amalia Nieto ingresó en 1925 al Círculo de Bellas Artes en Montevideo, donde estudió pintura con el profesor Domingo Bazzurro.

Durante ese tiempo, entre sus condiscípulos se encontraban Héctor Sgarbi, Carbajal Victorica, María Rosa de Ferrari, Lola Lecour, y los hermanos Soledad y Luis Fayol, formando parte de una generación de artistas en formación en ese centro de estudios.

En el año 1928, Amalia Nieto participó en el VII Salón de Primavera organizado por el Círculo de Bellas Artes en Montevideo.
 Esta participación fue uno de sus primeros pasos públicos en el circuito artístico local.

La muestra organizada por el Círculo constituyó un espacio relevante para que Nieto mostrara sus obras y se insertara en el ambiente artístico de su época, junto a otros artistas de su generación.

Este VII Salón de Primavera fue una plataforma importante que introdujo a Amalia Nieto en el panorama artístico nacional, marcando un paso previo a su evolución hacia el constructivismo y a su posterior consolidación como una de las figuras destacadas del arte uruguayo en el siglo XX.


Academia de André Lothe

Academia de la Grande Chaumiere

  
 La Sorbonna

En el año 1929, emprende su primer viaje de estudios a Europa, estimulada por sus padres que le brindan los medios económicos para hacerlo. 

En los tres años de su estadía, asiste en Paris a la Academia de André Lothe, a la Academia de la Grande Chaumiere, estudia Historia del Arte en la Sorbonna y se familiariza con una época rica en corrientes artísticas que no habían llegado a Montevideo.


 Pedro Figari en su taller de Paris

En 1932, Amalia Nieto visitó a Pedro Figari en su taller en París, donde le mostró algunas de sus pinturas.

Durante esta visita, Figari le sugirió que realizara obras en el soporte de cartón-paja, medio que él utilizaba con frecuencia; de esa etapa surge la obra "Arlequines", que es la única que realizó en ese material.

Esta experiencia constituyó un encuentro significativo con uno de los grandes referentes del arte uruguayo, influyendo en su práctica pictórica.

Posteriormente, tras esta visita, Amalia Nieto regresó a Montevideo, donde en ese mismo año realizó su primera exposición individual, marcando un paso importante en su carrera artística.

Este periodo de formación y contacto con figuras clave como Figari y luego Joaquín Torres García fue crucial para la consolidación de su trayectoria dentro del arte moderno uruguayo.

Al regreso a Montevideo, Amalia Nieto realiza su primera exposición individual, exhibiendo 23 obras en el Salón Moretti y Catelli. Da clases de plástica en el Liceo Francés, donde además completa su bachillerato. 
Comienza a frecuentar las tertulias en casa de los Dres. Alfredo y Esther de Cáceres.

En el año 1934, con el regreso de Joaquín Torres García a Montevideo, Amalia Nieto formó parte de un grupo que colaboró activamente para que la labor del maestro pudiera concretarse. 

Este grupo organizaba reuniones en la casa paterna de Amalia, ubicada en la calle Victoria casi Colonia, que funcionaban como un espacio de difusión y estudio de la teoría constructiva propuesta por Torres García.

 Nieto no solo apoyó la difusión de esta teoría, sino que también mantuvo un vínculo cercano con Torres García como discípula, asistiendo a su taller y participando en la labor que parecía vital para el desarrollo del arte moderno en Uruguay. 

Su adhesión a la teoría constructiva y su rol en la organización de estas reuniones la convirtieron en una colaboradora clave para el movimiento artístico emergente.


Milo Beretta 

En 1935 es miembro de la Asociación de Arte Constructivo creada por Joaquín Torres García. Conoce en el taller de Milo Beretta la pinacoteca que éste ha formado. Beretta visita a Amalia Nieto por temas relacionados con el movimiento constructivista y le cuenta que está llevando un diario con anécdotas referidas a gente del ambiente artístico que ellos frecuentan.

En el año 1936 participa con obra en la exposición-venta de Artes Plásticas a beneficio de los intelectuales españoles en el Ateneo de Montevideo, donde también habrá obra de Del Prete, Michelena, Barradas, Arden Quin, Rosa Acle, Augusto y Horacio Torres. En mayo realiza una muestra de sus pinturas constructivas en Amigos del Arte cuyo catálogo será prologado por J. Torres García.

PASEO FAMILIAR. Felisberto Hernández, Amalia Nieto y su hija Ana María Hernández caminan de la mano por las calles de Buenos Aires, en 1941.

En 1937 se casa con Felisberto Hernández a quien conoció en casa de amigos comunes: los Cáceres. Acompaña a su esposo en las giras por el interior del país . 
Presenta obra en el 1 Salón Nacional de Artes Plásticas. Publica en la página "Para luego" de El Plata, dos extensas notas sobre el arte constructivo en la obra de Torres García. Es comentarista de CX 48 Radio Femenina.

En el año 1938 nació su hija Ana María.

En 1939 se presenta al 11 Salón Nacional de Artes Plásticas. Realiza otra muestra individual en Amigos del Arte.

En el año 1940 muere Manuel Benito Nieto.

En 1941 Amalia Nieto se desvincula del Taller Torres, pero no de Torres y su familia con quienes mantiene prolongada amistad.
Felisberto Hernández está de gira de conciertos en la Argentina, y el intercambio de cartas tendrá la particularidad de contener dibujos de interés en cuanto a la evolución estética de la pintora. Obtiene Mención Medalla de Bronce en el V Salón Nacional de Artes Plásticas.

En el año 1942 realiza las primeras ilustraciones para publicaciones de poemas de Carlos Rodríguez Pintos, un género que continuará practicando en los años siguientes.

En 1943 obtiene la Mención Cámara de Senadores en el Salón Nacional. Finaliza su relación con Felisberto Hernández.

En el año 1944 recibe el Premio Alejandro Gallinal en el VII Salón Nacional de Artes Plásticas.

En 1945 entabla amistad con Adolfo Pastor cuya obra marcará el quehacer dibujístico de Amalia Nieto en los años siguientes.

En el año 1946 le es otorgado el Premio Especial Ilustración en el IX Salón Nacional de Dibujo y Grabado. Comienza su actividad en el Museo de la Intendencia Municipal de Montevideo, que más tarde dirigirá. Expone en Arte Bella.

El 28 de julio de 
1949  se realiza la retrospectiva de Torres García en Amigos del Arte, ocasión en que disertan la poetisa Susana Soca, el Prof. Julio Payró y el escritor José Bergamín, presentados por Amalia Nieto. Aunque estaba muy enfermo, Torres García asiste a la exposición.

En el año 1951 tiene a su cargo el Museo Circulante de la IMM. Es becada por la Institución para estudiar Museografía en Francia. Comienza a pintar su serie de calles de París.

En 1952 obtiene 2do Premio Dibujo en el XV Salón Nacional de Artes Plásticas.

En el año 1954 obtiene la Beca Gallinal para Profesores de Enseñanza Media
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Ronda en Silencio- Amalia Nieto

En 1955 parte a París con su hija. Asiste a los cursos de mosaico ravenés que dicta Gino Severini en París, al que también asiste Miguel Angel Pareja. Continúa su serie de calles de París.

En el año 1956 estudia grabado con J.Friediander.

En 1957 integra el Envío uruguayo a la III Bienal de San Pablo en la que obtiene una Mención.

En el año 1960 recibe el Premio Cámara de Representantes en el XXIV Salón Nacional.

 Ese mismo año expone en Arte Bella su serie de óleos diluidos conocidos como "piedras y frutos" y las "expansiones". 

También expone en la Muestra Internacional de Punta del Este junto a plásticos nacionales, argentinos y brasileros.

En el año 1961 es premiada en el XXV Salón Nacional

En 1963, Amalia Nieto inició su conocida serie de búhos, que se convirtió en un tema recurrente y significativo dentro de su obra. 

Durante ese año, además de comenzar esta serie, expuso en varias muestras colectivas, mostrando su trabajo dentro del circuito artístico activo y participativo de Uruguay y el exterior.

La serie de búhos se destaca como una de las más representativas junto a otras como "Calles de París" y "Naturalezas muertas mentales". 

Esta última serie, que comenzó a evolucionar más adelante en su carrera, introduce una exploración progresiva del espacio y la tercera dimensión en la pintura. 

Sin embargo, la serie de búhos marca un momento relevante en su producción pictórica en la década de 1960, consolidando su lenguaje y estilo personal.


La Luna en la Plaza (1959) Amalia Nieto. Óleo sobre tela 79 x 91 cms. Museo Nacional de Artes Visuales.

Al año siguiente de iniciar la serie, en 1964, Nieto recibió importantes reconocimientos como el Primer Premio de Pintura y la Medalla de Oro en el XXVIII Salón Nacional de Artes Plásticas.

También participa en la Bienal Americana de Arte en la Ciudad de Córdoba

En noviembre de ese mismo año de1964 expuso en el Instituto General Electric con una muestra de "búhos de color", lo que evidencia la continuidad y visibilidad de esta serie en su carrera.

En el año 1966 visita Museos, Centros de Cultura y Enseñanza de Europa y Estados Unidos.
 

En 1967 obtiene el Gran Premio Pintura en el XXXI Salón Nacional de Artes Plásticas.
 

En el año 1968 le es otorgado el premio Adquisición en el XXXII Salón Nacional. Su pintura cambia totalmente entrando en una decidida abstracción con predominio de formas elipsoidales y de sólidos elementales, el color se vuelve plano y cambia el óleo por el acrílico.
 

En 1969 participa en la Primera Bienal de Escultura al aire libre, que se realiza en el Parque Roosevelt. Gana el Gran Premio Escultura en el XXXIII Salón Nacional.

AMALIA NIETO - NATURALEZA MUERTA NOCTURNA - Acrílico sobre fibra


En junio del año 1970  expone individuamente en Galería Brela sus búhos y en octubre en Galería Losada sus palomas.
 

En el año 1972 Expone en Galería Brela.
 

En 1973 inicia su labor docente en el Círculo de Bellas Artes.
 
En el año 1974, Amalia Nieto realizó una visita a España. Este viaje se dio en un contexto en que ella ya estaba consolidada como una artista reconocida dentro del arte uruguayo moderno y continuaba en una etapa de producción activa que incluiría la exploración creciente de la tercera dimensión en su pintura.

La visita a España se enmarca en una década en la que Nieto también participaba en exposiciones y en el desarrollo de nuevas series pictóricas que reflejaban su madurez artística.

 

En 1975 en su pintura se instala la tercera dimensión mediante la sugerencia de una situación espacial en la que se ubican objetos simples y su sombra. 

En febrero exhibe esta nueva serie en el Centro de Artes y Letras de Punta del Este.
 

En el año 1976 participa en una muestra colectiva en la Galería Karien Gugelmeier
 

En 1977, Amalia Nieto realizó un viaje a Alemania.

Este desplazamiento se enmarca en un período activo de su carrera artística, después de su visita a España en 1974 y antes de sus exposiciones significativas en Uruguay, como la muestra en la Galería Bruzzone en 1978 donde presentó sus "Naturalezas Muertas" abstractas que sugieren la tercera dimensión.

Aunque no se disponen de detalles específicos públicos acerca de las actividades concretas que llevó a cabo durante su estancia en Alemania, este viaje formó parte de su trayectoria internacional y contribuyó a su diálogo con el arte contemporáneo fuera de Uruguay. 

 

 En julio de 
1978 expone en Galería Bruzzone sus Naturalezas Muertas abstractas de sugerida tercera dimensión. 

Envía obra a la Fundación Joan Miró Barcelona.

AMALIA NIETO - 1910-2003- AL RINCÓN - Acrílico y tinta sobre papel-


En el año 1979 participa de la muestra colectiva "La mujer en la plástica uruguaya" en el Centro de Artes y Letras en Punta del Este.
 
En 1980 es premiada en el Concurso de Dibujo del Banco República. 

Ese año también es invitada a participar en la Bienal Nacional del Deporte en las Artes Plásticas, en el Subte Municipal, en noviembre.
 
En el año 1984 obtiene una Mención de Honor en el Concurso de Arte Nacional organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
 
En 1988 luego de un período de desánimo, exhibe en mayo su obra de la década del 50 al 60 en la Sala de la Cátedra Alicia Goyena y en julio la obra de 1960 a 1 988, en la Sala Vaz Ferreira. 

En la pintura de este último período la tercera dimensión va perdiendo profundidad y los temas son bolos o balaustres. 

Es invitada por el jurado del XXXVI Salón Municipal de Artes Plásticas a exponer junto a Vicente Martín y Manuel Espínola Gómez.

Amalia Nieto. Ilustración de Petruchka de Strawinsky en concierto de Felisberto.



En el año1989 la tercera dimensión desaparece y se consolida la frontalidad dando lugar a la serie que la autora llama Naturalezas Muertas Mentales y que expone en junio en la Embajada de Uruguay en la Argentina. 

Es seleccionada por AICA-Uruguay para integrar la muestra de lo mejor del año1988. Participa de la muestra del Concurso del NMB Bank en el Museo Nacional de Artes Visuales.
 

En mayo de 1991 expone una variante de sus naturalezas muertas en la Galería Montevideo; los objetos tienen más cuerpo, se compactan en número impar y el ¡cono humanizado que representan, operará como transición temática hacia las series siguientes. 

Es la ganadora del concurso de pintura de la Caja Notarial. Integra la muestra colectiva "Circle and Square, Geometrie, Abstraction and Constructivisme in the Americas", en Kouros Gallery, N.Y.. Participa en la muestra "La Escuela del Sur, el Taller Torres y su legado" en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid y que luego ¡tinerará hasta 1993 por los Estados Unidos y Méjico.

AMALIA NIETO -BODEGÓN

En el año 1993 es invitada por la American University College of Arts and Sciences a exponer en Washington, en la Embajada uruguaya, en ocasión del homenaje a Felisberto Hernández.

En 1994 el ícono que se venía anunciando en obras anteriores se define claramente como figura humana, pero no abandonará las naturalezas muertas que continúa pintando con los arquetípicos objetos-hombre.

En febrero de ese mismo año recibe copia de las páginas en que Beretta refiere a Amalia Nieto y su pintura.

En el año 1995 es invitada a participar en el Concurso Premio Figari. 
En diciembre se realiza la retrospectiva de su obra en el Museo Nacional de Artes Visuales.

Falleció en Montevideo, el 7 de febrero de 2003.

Su muerte cerró una vida dedicada intensamente a las artes visuales, manteniéndose activa en la pintura hasta los últimos años de su vida, a pesar de ciertas dificultades de salud. 

Su obra ha sido objeto de múltiples homenajes póstumos y sigue siendo muy valorada en Uruguay, como evidencia su prolongada presencia en exposiciones, museos y referencias académicas.

Su fallecimiento en 2003 supuso la pérdida de una de las figuras más emblemáticas del arte moderno uruguayo, pero su legado continúa vigente a través de sus obras y la memoria institucional que la recuerda y celebra en exposiciones y publicaciones dedicadas a su carrera.

HOMENAJES

Los homenajes post mortem más destacados que se le han dedicado a Amalia Nieto para mantener vivo su recuerdo incluyen:

 En 1995, el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) de Montevideo le realizó una retrospectiva que abarcó sus 70 años de pintura, convirtiéndola en la primera artista mujer en exponer individualmente en esa institución, un reconocimiento muy significativo en Uruguay.

 En el año 2009, el Centro Cultural de España en Montevideo organizó la muestra "Amalia Nieto: Cartas a Felisberto", exhibiendo dibujos en tinta china y acuarela que ilustraron las cartas que le enviaba a su esposo Felisberto Hernández, resaltando su faceta de ilustradora y su legado personal.

El MNAV celebra regularmente su obra con exposiciones que reúnen sus pinturas, esculturas, documentación personal y trabajo gráfico, destacando series conocidas como "Calles de París" y "Naturalezas Muertas Mentales".

 Participó en exposiciones benéficas durante su vida, como la dedicada a intelectuales españoles en Montevideo en 1936, que también constituyó un acto de compromiso cultural y social.

 En distintos premios nacionales e internacionales recibió distinciones, y tras su fallecimiento su obra y figura han sido reivindicadas como una de las aportantes más importantes a la historia del arte uruguayo del siglo XX, rescatando su papel más allá de su relación con personajes como Felisberto Hernández o Joaquín Torres García.

Estos actos y exposiciones contribuyen a mantener vivo el recuerdo y legado artístico de Amalia Nieto en Uruguay.


LEGADO 

El legado literario de Amalia Nieto, aunque principalmente reconocida por su trabajo en las artes plásticas, también ha dejado una huella notable en la literatura uruguaya a través de varias vías que perduran hasta hoy:

 

Cartas ilustradas y vínculo epistolar:

Su papel como destinataria y musa en el epistolario de Felisberto Hernández ha sido fundamental. La correspondencia que Felisberto mantuvo con Amalia, con ilustraciones propias de Nieto, es considerada clave para entender el proceso creativo y la transición de Hernández de músico a escritor.

 Estas cartas, ricas en introspección y sensibilidad, son un testimonio literario de un período vital de la literatura uruguaya, y han sido destacadas y expuestas en diferentes muestras artísticas y literarias.

 

Ilustración de libros y trabajo gráfico:

Amalia Nieto realizó ilustraciones para libros de destacados autores (incluido el poeta francés Paul Valéry), aportando así un diálogo entre plástica y literatura.

Su trazo delicado y sus imágenes acompañaron y enriquecieron textos literarios, trascendiendo lo visual para sumar sentido e interpretación a la palabra escrita.

 

Arte y literatura en frontera:

Nieto no sólo acompañó a escritores y poetas ilustres, sino que también incursionó en la dramaturgia y la escenografía.

Escribió y diseñó escenografías de obras de teatro propias, borrando las fronteras entre la palabra, la imagen y la performance, y enriqueciendo así el panorama literario desde una visión transdisciplinar.

 

Inspiración y mecenas indirecta:

Acompañó y promovió carreras literarias, especialmente la de Felisberto Hernández, a quien le ofreció un entorno de diálogo y apoyo intelectual que facilitó su consolidación como escritor internacionalmente valorado.

 Hoy, todo este legado se mantiene vivo en las reediciones de las cartas e ilustraciones, en exposiciones donde se rescatan sus aportes literarios y en los estudios académicos que revisan el cruce entre literatura y artes visuales en Uruguay.

Nieto representa una figura puente entre la plástica y la literatura, cuya influencia se reconoce tanto en la memoria cultural uruguaya como en la investigación contemporánea.

Fuente:

https://es.wikipedia.org/

https://redhistoria.com/

https://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com/

https://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com/

http://uruguayeduca.anep.edu.uy/

https://www.buscabiografias.com/

sábado, 2 de agosto de 2025

02 DE AGOSTO DE 1884 NACE ROMULO GALLEGOS - CUENTO " PATARUCO"


"Pataruco" es un cuento de Rómulo Gallegos que nos sumerge en la vida de un talentoso arpista indígena apodado Pataruco, reconocido como el mejor intérprete de joropo en la región de la Fila de Mariches, Venezuela.

La narración explora temas como la autenticidad cultural, el mestizaje y la identidad nacional a través de la historia de Pedro Carlos, hijo de Pataruco, quien, a pesar de haber sido educado en Europa en música clásica, encuentra en sus raíces venezolanas la inspiración para crear una música auténtica y propia que une diversas influencias culturales.

 El cuento destaca el valor de la tradición y la naturaleza como fuentes esenciales del arte y la identidad, reflejando la fuerza de la cultura popular venezolana y la conexión profunda con la tierra y su gente.




PATARUCO
 
[Cuento - Texto completo.]

Rómulo Gallegos

Pataruco era el mejor arpista de la Fila de Mariches. Nadie como él sabía puntear un joropo, ni nadie darle tan sabrosa cadencia al canto de un pasaje, ese canto lleno de melancolía de la música vernácula. Tocaba con sentimiento, compenetrado en el alma del aire que arrancaba a las cuerdas grasientas sus dedos virtuosos, retorciéndose en la jubilosa embriaguez del escobillao del golpe aragüeño, echando el rostro hacia atrás, con los ojos en blanco, como para sorberse toda la quejumbrosa lujuria del pasaje, vibrando en el espasmo musical de la cola, a cuyos acordes los bailadores jadeantes lanzaban gritos lascivos, que turbaban a las mujeres, pues era fama que los joropos de Pataruco, sobre todo cuando éste estaba medio “templao”, bailados de la “madrugá p’abajo”, le calentaban la sangre al más apático.

 

Por otra parte el Pataruco era un hombre completo y en donde él tocase no había temor de que a ningún maluco de la región se le antojase “acabar el joropo” cortándole las cuerdas al arpa, pues con un araguaney en las manos el indio era una notabilidad y había que ver cómo bregaba.

 

Por estas razones, cuando en la época de la cosecha del café llegaban las bullangueras romerías de las escogedoras y las noches de la Fila comenzaban a alegrarse con el son de las guitarras y con el rumor de las “parrandas”, al Pataruco no le alcanzaba el tiempo para tocar los joropos que “le salían” en los ranchos esparcidos en las haciendas del contorno.

 

Pero no había de llegar a viejo con el arpa al hombro, trajinando por las cuestas repechosas de la Fila, en la oscuridad de las noches llenas de consejas pavorizantes y cuya negrura duplicaban los altos y coposos guamos de los cafetales, poblados de siniestros rumores de crótalos, silbidos de macaureles y gañidos espeluznantes de váquiros sedientos que en la época de las quemazones bajaban de las montañas de Capaya, huyendo del fuego que invadiera sus laderas, y atravesaban las haciendas de la Fila, en manadas bravías en busca del agua escasa.

 

Azares propicios de la suerte o habilidades o virtudes del hombre, convirtiéronle, a la vuelta de no muchos años, en el hacendado más rico de Mariches. Para explicar el milagro salía a relucir en las bocas de algunos la manoseada patraña de la legendaria botijuela colmada de onzas enterradas por “los españoles”; otros escépticos y pesimistas, hablaban de chivaterías del Pataruco con una viuda rica que le nombró su mayordomo y a quien despojara de su hacienda; otros por fin, y eran los menos, atribuían el caso a la laboriosidad del arpista, que de peón de trilla había ascendido virtuosamente hasta la condición de propietario. Pero, por esto o por aquello, lo cierto era que el indio le había echado para siempre “la colcha al arpa” y vivía en Caracas en casa grande, casado con una mujer blanca y fina de la cual tuvo numerosos hijos en cuyos pies no aparecían los formidables juanetes que a él le valieron el sobrenombre de Pataruco.

 

Uno de sus hijos, Pedro Carlos, heredó la vocación por la música. Temerosa de que el muchacho fuera a salirle arpista, la madre procuró extirparle la afición; pero como el chico la tenía en la sangre y no es cosa hacedera torcer o frustrar las leyes implacables de la naturaleza, la señora se propuso entonces cultivársela y para ello le buscó buenos maestros de piano. Más tarde, cuando ya Pedro, Carlos era un hombrecito, obtuvo del marido que lo enviase a Europa a perfeccionar sus estudios, porque, aunque lo veía bien encaminado y con el gusto depurado en el contacto con lo que ella llamaba la “música fina”, no se le quitaba del ánimo maternal y supersticioso el temor de verlo, el día menos pensado, con un arpa en las manos punteando un joropo.

 

De este modo el hijo de Pataruco obtuvo en los grandes centros civilizados del mundo un barniz de cultura que corría pareja con la acción suavizadora y blanqueante del clima sobre el cutis, un tanto revelador de la mezcla de sangre que había en él, y en los centros artísticos que frecuentó con éxito relativo, una conveniente educación musical.

 

Así, refinado y nutrido de ideas, tornó a la Patria al cabo de algunos años y si en el hogar halló, por fortuna, el puesto vacío que había dejado su padre, en cambio encontró acogida entusiasta y generosa entre sus compatriotas.

 

Traía en la cabeza un hervidero de grandes propósitos: soñaba con traducir en grandiosas y nuevas armonías la agreste majestad del paisaje vernáculo, lleno de luz gloriosa; la vida impulsiva y dolorosa de la raza que se consume en momentáneos incendios de pasiones violentas y pintorescas, como efímeros castillos de fuegos artificiales, de los cuales a la postre y bien pronto, solo queda la arboladura lamentable de los fracasos tempranos. Estaba seguro de que iba a crear la música nacional.

 

Creyó haberlo logrado en unos motivos que compuso y que dio a conocer en un concierto en cuya expectativa las esperanzas de los que estaban ávidos de una manifestación de arte de tal género, cuajaron en prematuros elogios del gran talento musical del compatriota. Pero salieron frustradas las esperanzas: la música de Pedro Carlos era un conglomerado de reminiscencias de los grandes maestros, mezcladas y fundidas con extravagancias de pésimo gusto que, pretendiendo dar la nota típica del colorido local solo daban la impresión de una mascarada de negros disfrazados de príncipes blondos.

 

Alguien condensó en un sarcasmo brutal, netamente criollo, la decepción sufrida por el público entendido:

 

—Le sale el pataruco; por mucho que se las tape, se le ven las plumas de las patas.

 

Y la especie, conocida por el músico, le fulminó el entusiasmo que trajera de Europa.

 

Abandonó la música de la cual no toleraba ni que se hablase en su presencia. Pero no cayó en el lugar común de considerarse incomprendido y perseguido por sus coterráneos. El pesimismo que le dejara el fracaso, penetró más hondo en su corazón, hasta las raíces mismas del ser. Se convenció de que en realidad era un músico mediocre, completamente incapacitado para la creación artística, sordo en medio de una naturaleza muda, porque tampoco había que esperar de ésta nada que fuese digno de perdurar en el arte.

 

Y buscando las causas de su incapacidad husmeó el rastro de la sangre paterna. Allí estaba la razón: estaba hecho de una tosca substancia humana que jamás cristalizaría en la forma delicada y noble del arte, hasta que la obra de los siglos no depurase el grosero barro originario.

 

Poco tiempo después nadie se acordaba de que en él había habido un músico.

 

Una noche en su hacienda de la Fila de Mariches, a donde había ido a instancias de su madre, a vigilar las faenas de la cogida del café, paseábase bajo los árboles que rodeaban la casa, reflexionando sobre la tragedia muda y terrible que escarbaba en su corazón, como una lepra implacable y tenaz.

 

Las emociones artísticas habían olvidado los senderos de su alma y al recordar sus pasados entusiasmos por la belleza, le parecía que todo aquello había sucedido en otra persona, muerta hacía tiempo, que estaba dentro de la suya emponzoñándole la vida.

 

Sobre su cabeza, más allá de las copas oscuras de los guamos y de los bucares que abrigaban el cafetal, más allá de las lomas cubiertas de suaves pajonales que coronaban la serranía, la noche constelada se extendía llena de silencio y de serenidad. Abajo alentaba la vida incansable en el rumor monorrítmico de la fronda, en el perenne trabajo de la savia que ignora su propia finalidad sin darse cuenta de lo que corre para componer y sustentar la maravillosa arquitectura del árbol o para retribuir con la dulzura del fruto el melodioso regalo del pájaro; en el impasible reposo de la tierra, preñado de formidables actividades que recorren su círculo de infinitos a través de todas las formas, desde la más humilde hasta las más poderosas.

 

Y el músico pensó en aquella oscura semilla de su raza que estaba en él pudriéndose en un hervidero de anhelos imposibles. ¿Estaría acaso germinando, para dar a su tiempo, algún zazonado fruto imprevisto?

 

Prestó el oído a los rumores de la noche. De los campos venían ecos de una parranda lejana: entre ratos el viento traía el son quejumbroso de las guitarras de los escogedores. Echó a andar, cerro abajo, hacia el sitio donde resonaban las voces festivas: sentía como si algo más poderoso que su voluntad lo empujara hacia un término imprevisto.

 

Llegado al rancho del joropo, detúvose en la puerta a contemplar el espectáculo. A la luz mortal de los humosos candiles, envueltos en la polvareda que levantaba el frenético escobilleo del golpe, los peones de la hacienda giraban ebrios de aguardiente, de música y de lujuria. Chicheaban las maracas acompañando el canto dormilón del arpa, entre ratos levantábase la voz destemplada del “cantador” para incrustar un “corrido” dedicado a alguno de los bailadores y a momentos de un silencio lleno de jadeos lúbricos, sucedían de pronto gritos bestiales acompañados de risotadas.

 

Pedro Carlos sintió la voz de la sangre; aquella era su verdad, la inmisericorde verdad de la naturaleza que burla y vence los artificios y las equivocaciones del hombre: él no era sino un arpista, como su padre, como el Pataruco.

 

Pidió al arpista que le cediera el instrumento y comenzó a puntearlo, como si toda su vida no hubiera hecho otra cosa. Pero los sones que salían ahora de las cuerdas pringosas no eran, como los de antes, rudos, primitivos, saturados de dolorosa desesperación que era un grañido de macho en celo o un grito de animal herido; ahora era una música extraña, pero propia, auténtica, que tenía del paisaje la llameante desolación y de la raza la rabiosa nostalgia del africano que vino en el barco negrero y la melancólica tristeza del indio que vio caer su tierra bajo el imperio del invasor. Y era aquello tan imprevisto que, sin darse cuenta de por qué lo hacían, los bailadores se detuvieron a un mismo tiempo y se quedaron viendo con extrañeza al inusitado arpista.

 

De pronto uno dio un grito: había reconocido en la rara música, nunca oída, el aire de la tierra, y la voz del alma propias. Y a un mismo tiempo, como antes, lanzáronse los bailadores en el frenesí del joropo.

 

Poco después camino de su casa, Pedro Carlos iba jubiloso, llena el alma de música. Se había encontrado a sí mismo; ya oía la voz de la tierra…

 

En pos de él camina en silencio un peón de la hacienda.

 

Al fin dijo:

 

—Don Pedro, ¿cómo se llama ese joropo que usté ha tocao?

 

—Pataruco.

 

*FIN*